Tendemos, y es normal, a identificar la Costa del Sol con eso, con costa. Sin embargo, el turismo de calidad y más sostenible comienza a expandirse con fuerza también hacia el interior. Eso obedece, por una parte, a que en Málaga se cuida cada vez más el desarrollo sostenible también en el sector turístico, y por otra, a que hay verdaderos tesoros para el visitante que no están a pie de playa. En este post queremos llevarte de paseo por los rincones no tan conocidos, pero realmente hermosos, del interior de la Costa del Sol.
Frigiliana
Es, sin duda, uno de los pueblos blancos de Málaga por antonomasia. Sus empinadas cuestas y sus rincones llenos de encanto ofrecen, además, unas vistas bellísimas de Torrox, el municipio a pie de mar que tiene debajo. ¿Qué ver? Simplemente pasear por sus calles engalanadas con macetas de mil colores es suficiente para dar cuenta de la belleza de este municipio de la Axarquía. Pero no deberías perderte su jardín botánico, la Fuente Vieja, los miradores y la iglesia de San Antonio de Padua, que antes que iglesia católica fue mezquita.
Es sin duda uno de los lugares con encanto en la Málaga del interior
Ronda
Solo la orografía del terreno sobre el que se asienta este precioso municipio ya sería un motivo suficiente para visitarlo. Asomarse al tajo, un desfiladero que llega a alcanzar 140 m de altura, es sencillamente espectacular, y permite ver aves en vuelo como halcones peregrinos; pero más allá de los miradores desde los que observar la naturaleza, como el de Aldehuela, las calles de Ronda esconden mil tesoros arquitectónicos entre los que se encuentran los baños árabes, la iglesia gótica de Santa María la Mayor o el Palacio de Mondragón.
Júzcar
En la serranía de Ronda (a media hora por carretera del municipio del que acabamos de hablar) se encuentra Júzcar, un pequeño pueblo lleno de encanto: la antigua fábrica de hojalata o la iglesia de Santa Catalina son solo dos rincones de un lugar que, además, decidió hace ya 13 años pintar de azul sus paredes blancas, por lo que la gente lo conoce como “el pueblo pitufo”.
Antequera
Junto a Ronda es, quizá, el municipio de interior más conocido. Alberga no solo monumentos del barroco, como su iglesia del Carmen, o musulmanes, como la Alcazaba, sino incluso de la Prehistoria: sus dólmenes son Patrimonio Mundial de la Unesco. Pero no puedes marcharte sin ver un monumento modelado por la naturaleza: el Torcal de Antequera, un paisaje kárstico que aún en el Jurásico permanecía bajo el mar y hoy se eleva a 1.000 metros de él.
Casares
Como ocurre con Frigiliana, Casares es otro de esos pueblecitos encalados como de postal que mejor se conservan en el interior de la provincia. Además de lo obvio (pasear por sus calles y disfrutar de un día tranquilo de turismo alejado del jolgorio de la capital), son paradas imprescindibles su impresionante balneario romano al aire libre (en el que te puedes bañar; eso sí, previa reserva para evitar la masificación) y la casa de Blas Infante, considerado el padre de la patria andaluza.
Genalguacil
Por último, si hablamos de lugares pintorescos de interior no podemos olvidarnos de Genalguacil, el conocido como “pueblo museo”. Todo en él, interior y exterior, está consagrado a celebrar las artes plásticas. Podrás disfrutar de exposiciones al aire libre de artistas locales, de esculturas a pie de calle, de encuentros artísticos bienales y de un excelente Museo de Arte Contemporáneo.
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